13.9.07

Todo tiene que ver con todo

En la semana charlaba con algunos periodistas sobre una tendencia lamentable que protagonizan quienes practican el oficio de contar lo que pasa (no es ni más ni menos que eso, contar lo que pasa). En TV, por ejemplo, cada día se sienten menos periodistas y más animadores-showman. O, lisa y llanamente, humoristas. Desde las tonterías intrascendentes de Walter Nelson en los relatos del sábado, hasta el culto diario de la pavada sin justificación en el programa "Fútbol para Todos", que se emite por Fox Sports.
Revisando mis recortes de viejo lector encontré una columna maravillosa. Apareció el 18 de noviembre de 1999 en el diario El País de España, firmada por el jefe de Deportes, Santiago Segurola, y hace referencia a un episodio recordado por todos los futboleros. Aquella vez, Marcelo Araujo simuló llorar como un bebé cuando el delantero de Boca Martín Palermo se lastimó. Cuando lo sacaron, minutos después y luego de hacer un gol con una pierna rota, el narrador aclaró: "Yo le pedí que se quedara un ratito por la guita que habíamos jugado... Ahora ya lo pueden retirar".
Me parece que el artículo, por bueno, excede el tema del que pretende ocuparse. Y se vuelve mejor: la opinión de Segurola, dura y precisa, puede aplicarse para graficar la actualidad de los medios de comunicación argentinos. Esa realidad en la que lo único que importa es vender y atraer la atención de los consumidores aun sin preocuparse demasiado por el cómo. Atención a la última oración del texto, poderosa y verosímil. Copio la nota, con su título:

El festejo de la estupidez

Un día antes del comienzo del Mundial de Francia, el célebre periodista argentino Juvenal se encontró con Jorge Valdano en la oficina de prensa de París. Charlaron durante largo rato sobre el fútbol y lo que lo rodea. Hombre cultivado, con una reconocidísima carrera en la revista El Gráfico, Juvenal se refirió desde su magisterio a cuestiones del juego y del periodismo. Elogió a Valdano por el gol que marcó en la final de la Copa del Mundo de 1986. "Te perfilaste de tal manera frente a Schumacher que tuviste las dos salidas para elegir: la del regate (gambeta) y la del tiro." Cuando habló del periodismo habló con la misma claridad y sencillez. "El humor es necesario para escribir de fútbol." Bien británico en sus gustos citó a Wilde y Waugh como referentes del estilo.
Juvenal representa lo mejor de la larga tradición del periodismo deportivo de un país que ha producido a Borocotó para las crónicas, a Víctor Hugo Morales en la narración radiofónica, a Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano en los cuentos maestros. Cualquiera haya sido su posición ideológica con respecto al fútbol, ha sido menos importante que la grandeza de su estilo, la inteligencia de su trabajo y el excelente humor que ha destilado. Por desgracia, esa escuela se encuentra en retirada frente a la grosería cómica que invade a una parte sustancial del periodismo deportivo argentino, concretamente a las narraciones televisivas.
En el nombre del humor, se celebran en España los estragantes comentarios de Marcelo Araujo, rey del chiste fácil y del irrespetuoso trato a los jugadores. Su patético gag --un minuto de pucheritos infantiloides-- en la lesión de Martín Palermo alcanzó la cumbre del desperdicio por los futbolistas. Allí estaban un delantero con los ligamentos rotos, y este Araujo dándoselas de gracioso pueril, a la espera de alguna carcajada cómplice que, por fortuna, no se escuchó.
Cabe un mundo entre la ironía inteligente que proponía Juvenal (o el desternillante humor de Fontanarrosa) y la patocha agresora de Araujo, desgraciadamente convertido en la voz del fútbol argentino. Algo funciona mal cuando este viejo juego cada vez festeja más la estupidez.