3.6.08
16.11.07
No todo es bailando por un sueño... ¡Involucrate!
El siguiente es un fragmento de una entrevista con el premio Nobel de Medicina 1993 Richard Roberts, aparecida en el diario español La Vanguardia. Recomiendo leer por el medio y el final, ya que no todo lo importante está al principio. Durísima e imperdible.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital...
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo...
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad...
- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
Ver nota en La Vanguardia
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital...
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo...
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad...
- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
Ver nota en La Vanguardia
Etiquetas:
Debate,
Gancho a la mandíbula,
Política mundial
8.11.07
NO a la muerte del norte cordobés... No a la estupidez
Las comunidades del Valle de Ongamira, Quebrada de Luna, Ischilín, Cañada de Río Pinto y zonas aledañas (localidades del noroeste de la provincia de Córdoba, cercanas a la turística Capilla del Monte) formaron asambleas para resistirse a la instalación de una mina metalífera de explotación a cielo abierto en el Valle de Ongamira, que implicará alta contaminación del aire y de los cursos de agua que pasan por la zona y alimentan a varias comunidades.
El sistema de explotación que una empresa francesa pretende utilizar implica el uso de explosivos para abrir gigantescos cráteres cuyas dimensiones pueden alcanzar 150 hectáreas de extensión y cientos de metros de profundidad. El proyecto abarca unas 20.000 hectáreas.
Es interesante destacar que para obtener una pepita de oro del tamaño de un grano de arroz se extrae y muele aproximadamente una tonelada de roca, que es tratada con grandes volúmenes de agua y sustancias tóxicas, habitualmente cianuro, generando enormes cantidades de desechos tóxicos, imposibles de tratar en la zona.
Lo más grave que la firma francesa ya inició los trámites para dar comienzo a su negocio y, de no mediar una resistencia popular, en pocos meses iniciaría sus peligrosas actividades.
Esta explotación implica, entre otros daños, la alteración de cursos de agua y la contaminación de arroyos y vertientes naturales. Los drenajes ácidos generados para la obtención de metales suman sus efectos a los del cianuro, disolviendo y transportando a los cursos de agua metales pesados como arsénico, cromo, mercurio, plomo y cadmio. Estos drenajes pueden comenzar aún después del abandono de la mina y sus efectos continúan contaminando las aguas superficiales y subterráneas por cientos de año.
Geólogos y biólogos confirmaron que los daños causados tardarían miles de años en revertirse.
La eliminación de la capa superficial del suelo con toda su vegetación en las áreas de explotación minera causa desertificación. Además, por la contaminación y los ruidos de las maquinarias varias especies animales van a desaparecer de la zona.
El aire se ensucia con polvos tóxicos en suspensión, vapores y emanaciones gaseosas de cianuro y dióxido de azufre.
Por otro lado, es falsa la creencia que sostiene que la minería genera prosperidad y trabajo legítimos para las comunidades involucradas. La oferta laboral para los lugareños es de mano de obra no calificada (es decir, salarios bajísimos) e insalubre. Sin las mínimas condiciones de seguridad y salud que exige la Organización Internacional del Trabajo.
Para colmo, la legislación argentina impone que los explotadores del negocio deben pagar en impuestos una suma irrisoria en relación con las fabulosas ganancias económicas que obtienen al vender los materiales extraídos.
GEOLOGOS Y BIOLOGOS HAN EXPLICADO QUE LOS GRAVES DAÑOS CAUSADOS TARDARIAN MILES DE AÑOS EN REVERTIRSE. Por lo tanto, en épocas de cambio climático y catástrofes naturales, el tema debería preocupar tanto a ciudadanos argentinos como extranjeros.
Por todo lo expuesto, desde las asambleas nucleadas bajo el lema ¡ONGAMIRA DESPIERTA! se exige a los gobernantes el respeto a la Constitución Nacional y la defensa del patrimonio cultural y económico.
¿COMO AYUDAR? Tratá de comentar y divulgar este tema. Informate y enviá mails a los medios de comunicación. Copiá y mandá notas de este tipo a tus amigos. En el futuro, votá a dirigentes políticos preocupados por el medio ambiente.
Para ofrecer ayuda o pedir información: ongamiradespierta@gmail.com
Más datos en http://www.ongamiradespierta.com.ar/
29.10.07
Dios salve a la Reina
Antes que nada, perdón por la ausencia... Y menos mal que ganó Cristina.
Durante todo 2002 la Argentina estuvo al borde de la desintegración. El presidente provisional Eduardo Duhalde llamó a elecciones anticipadas --seis días después del asesinato de Kosteki y Santillán en el Puente Pueyrredón-- para adelantarse a un nuevo final indecoroso. Mientras, los organismos internacionales pedían más ajuste y creían que la Argentina se había vuelto inviable. Ricardo López Murphy y Carlos Saúl Méndez pregonaban un programa acorde "al mundo del que formamos parte". Es decir, flexibilización laboral, mayor apertura de la economía, dólar bajo para que los ricos importen cosas a buen precio, universidades aranceladas... Sí, empezábamos a parecernos a Costa Rica o Guatemala. Y ese país escrito y firmado por Augusto Pinochet era un ejemplo de civismo, prosperidad y democracia. Debíamos imitarlos. ¡Los carabineros sí que saben controlar a las masas! Dominaba la pobreza (más del 50 por ciento de la población), la actividad económica estaba en retirada, el sistema financiero se caía a pedazos... Y casi todos mis amigos no tenían trabajo.
Con ese panorama, ligeramente mejorado por la gestión económica de Roberto Lavagna, el 25 de mayo de 2003 asumió la presidencia Néstor Carlos Kirchner, que se puso la banda con el 22% de los votos, porque Carlos Saúl Méndez no se animó a la segunda vuelta (y lo bien que hizo).
Los neoliberales, los periodistas --jueces infalibles-- y los analistas made in Harvard advertían que Kirchner sería un mandatario extremadamente débil. "Es el nuevo Cámpora, será el chirolita de Duhalde", se le escuchó decir al colaborador ideológico de cuanta dictadura pase por ahí, Mariano Grondona.
Cuatro años y cinco meses después de aquel mayo de 2003, los números dicen que la economía creció a tasas chinas (insólito desarrollo del 9% anual, al que en un principio los "infalibles analistas" calificaron de "veranito"), la desocupación bajó a un dígito, la industria de la construcción trabaja a pleno, la deuda con el FMI y sus antipáticos funcionarios de perfume francés y trajes italianos son un recuerdo y la Suprema Corte de Justicia se integró con juristas de renombre. Además, nos dimos el gusto de darle una paliza simbólica inolvidable a George W. Bush en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas celebrada en 2005, cuando enterramos el ALCA.
Durante todo 2002 la Argentina estuvo al borde de la desintegración. El presidente provisional Eduardo Duhalde llamó a elecciones anticipadas --seis días después del asesinato de Kosteki y Santillán en el Puente Pueyrredón-- para adelantarse a un nuevo final indecoroso. Mientras, los organismos internacionales pedían más ajuste y creían que la Argentina se había vuelto inviable. Ricardo López Murphy y Carlos Saúl Méndez pregonaban un programa acorde "al mundo del que formamos parte". Es decir, flexibilización laboral, mayor apertura de la economía, dólar bajo para que los ricos importen cosas a buen precio, universidades aranceladas... Sí, empezábamos a parecernos a Costa Rica o Guatemala. Y ese país escrito y firmado por Augusto Pinochet era un ejemplo de civismo, prosperidad y democracia. Debíamos imitarlos. ¡Los carabineros sí que saben controlar a las masas! Dominaba la pobreza (más del 50 por ciento de la población), la actividad económica estaba en retirada, el sistema financiero se caía a pedazos... Y casi todos mis amigos no tenían trabajo.
Con ese panorama, ligeramente mejorado por la gestión económica de Roberto Lavagna, el 25 de mayo de 2003 asumió la presidencia Néstor Carlos Kirchner, que se puso la banda con el 22% de los votos, porque Carlos Saúl Méndez no se animó a la segunda vuelta (y lo bien que hizo).
Los neoliberales, los periodistas --jueces infalibles-- y los analistas made in Harvard advertían que Kirchner sería un mandatario extremadamente débil. "Es el nuevo Cámpora, será el chirolita de Duhalde", se le escuchó decir al colaborador ideológico de cuanta dictadura pase por ahí, Mariano Grondona.
Cuatro años y cinco meses después de aquel mayo de 2003, los números dicen que la economía creció a tasas chinas (insólito desarrollo del 9% anual, al que en un principio los "infalibles analistas" calificaron de "veranito"), la desocupación bajó a un dígito, la industria de la construcción trabaja a pleno, la deuda con el FMI y sus antipáticos funcionarios de perfume francés y trajes italianos son un recuerdo y la Suprema Corte de Justicia se integró con juristas de renombre. Además, nos dimos el gusto de darle una paliza simbólica inolvidable a George W. Bush en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas celebrada en 2005, cuando enterramos el ALCA.
El progresismo mágico relincha y relincha, porque todavía no vivimos en el Paraíso
El ideario de Don Nobody (yo) es más progresista que el de este Gobierno, pero no se puede criticar a una administración que hizo tanto en tan poco tiempo (veníamos de: juntas militares-Alfonsín-Méndez-Deladuda).
Sí, faltan cosas. Muchas cosas. Pero parece estúpido castigar a este gobierno porque todavía no se solucionaron todos los problemas que afectan a todas las sociedades humanas, como la inseguridad o la inflación de precios. O la pobreza, que aunque está ahí, ha retrocedido marcadamente. Pero el progresismo mágico relincha y relincha, porque todavía no vivimos en el Paraíso.
Transformar un país lleva años. Y requiere pelearse con todos los grupos de poder, algo que no es posible hacer de un plumazo, si no se quiere durar menos que Salvador Allende.
En 2002 analistas nacionales y extranjeros decían que recuperar los indicadores que el país tenía antes de la devaluación iba a costar por lo menos 10 años (¡como los quiero chicos!).
¿Alguien cree que si a López Murphy, Méndez o Macri les hubiera tocado gobernar --con sus recetas de la US Embassy-- el país hubiera salido del abismo?
Debemos ser cuidadosos. Una de las gestiones más ordenadas y productivas en democracia, la del presidente radical Arturo Umberto Illia, fue barrida como consecuencia de la caricaturización del periodismo, la crítica feroz del progresismo mágico y el oportunismo de la derecha atroz (siempre viva).
28.9.07
Defendé nuestro planeta
La destrucción de los bosques nativos argentinos no se detiene. En la Argentina se desmontan 300.000 hectáreas por año, lo que equivale a una manzana cada dos minutos. Y no hay indicios de que el avance sobre la naturaleza se vaya a detener de manera espontánea. Esta realidad genera consecuencias: en los próximos años vamos a estar más desprotegidos ante posibles inundaciones, ya que los bosques funcionan como esponjas naturales para absorver el agua de las lluvias y contribuyen a mantener el equilibrio climático de nuestro territorio. No se olviden: además estamos permitiendo el asesinato sistemático de millones de especies animales y vegetales que no abundan en el mundo. El Senado de la Nación debe aprobar ya la Ley de Bosques --está demorada desde hace tiempo-- que pone un freno hasta que cada provincia realice un Ordenamiento Territorial que planifique de manera participativa y racional el uso sustentable de nuestros recursos. Desde que la Ley se encuentra en discusión varias provincias están autorizando en forma acelerada permisos de desmontes que incluyen reservas y otras áreas que la norma hubiera preservado. El objetivo de Greenpeace Argentina es juntar un millón de votos para que con el impulso de la opinión pública la ley sea aprobada. Queda poco tiempo, queda poco bosque...
Hacé click acá y dejá tu compromiso ahora
Hacé click acá y dejá tu compromiso ahora
19.9.07
Todo tiene que ver con todo II
13.9.07
Todo tiene que ver con todo
En la semana charlaba con algunos periodistas sobre una tendencia lamentable que protagonizan quienes practican el oficio de contar lo que pasa (no es ni más ni menos que eso, contar lo que pasa). En TV, por ejemplo, cada día se sienten menos periodistas y más animadores-showman. O, lisa y llanamente, humoristas. Desde las tonterías intrascendentes de Walter Nelson en los relatos del sábado, hasta el culto diario de la pavada sin justificación en el programa "Fútbol para Todos", que se emite por Fox Sports.
Revisando mis recortes de viejo lector encontré una columna maravillosa. Apareció el 18 de noviembre de 1999 en el diario El País de España, firmada por el jefe de Deportes, Santiago Segurola, y hace referencia a un episodio recordado por todos los futboleros. Aquella vez, Marcelo Araujo simuló llorar como un bebé cuando el delantero de Boca Martín Palermo se lastimó. Cuando lo sacaron, minutos después y luego de hacer un gol con una pierna rota, el narrador aclaró: "Yo le pedí que se quedara un ratito por la guita que habíamos jugado... Ahora ya lo pueden retirar".
Me parece que el artículo, por bueno, excede el tema del que pretende ocuparse. Y se vuelve mejor: la opinión de Segurola, dura y precisa, puede aplicarse para graficar la actualidad de los medios de comunicación argentinos. Esa realidad en la que lo único que importa es vender y atraer la atención de los consumidores aun sin preocuparse demasiado por el cómo. Atención a la última oración del texto, poderosa y verosímil. Copio la nota, con su título:
El festejo de la estupidez
Un día antes del comienzo del Mundial de Francia, el célebre periodista argentino Juvenal se encontró con Jorge Valdano en la oficina de prensa de París. Charlaron durante largo rato sobre el fútbol y lo que lo rodea. Hombre cultivado, con una reconocidísima carrera en la revista El Gráfico, Juvenal se refirió desde su magisterio a cuestiones del juego y del periodismo. Elogió a Valdano por el gol que marcó en la final de la Copa del Mundo de 1986. "Te perfilaste de tal manera frente a Schumacher que tuviste las dos salidas para elegir: la del regate (gambeta) y la del tiro." Cuando habló del periodismo habló con la misma claridad y sencillez. "El humor es necesario para escribir de fútbol." Bien británico en sus gustos citó a Wilde y Waugh como referentes del estilo.
Juvenal representa lo mejor de la larga tradición del periodismo deportivo de un país que ha producido a Borocotó para las crónicas, a Víctor Hugo Morales en la narración radiofónica, a Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano en los cuentos maestros. Cualquiera haya sido su posición ideológica con respecto al fútbol, ha sido menos importante que la grandeza de su estilo, la inteligencia de su trabajo y el excelente humor que ha destilado. Por desgracia, esa escuela se encuentra en retirada frente a la grosería cómica que invade a una parte sustancial del periodismo deportivo argentino, concretamente a las narraciones televisivas.
En el nombre del humor, se celebran en España los estragantes comentarios de Marcelo Araujo, rey del chiste fácil y del irrespetuoso trato a los jugadores. Su patético gag --un minuto de pucheritos infantiloides-- en la lesión de Martín Palermo alcanzó la cumbre del desperdicio por los futbolistas. Allí estaban un delantero con los ligamentos rotos, y este Araujo dándoselas de gracioso pueril, a la espera de alguna carcajada cómplice que, por fortuna, no se escuchó.
Cabe un mundo entre la ironía inteligente que proponía Juvenal (o el desternillante humor de Fontanarrosa) y la patocha agresora de Araujo, desgraciadamente convertido en la voz del fútbol argentino. Algo funciona mal cuando este viejo juego cada vez festeja más la estupidez.
Revisando mis recortes de viejo lector encontré una columna maravillosa. Apareció el 18 de noviembre de 1999 en el diario El País de España, firmada por el jefe de Deportes, Santiago Segurola, y hace referencia a un episodio recordado por todos los futboleros. Aquella vez, Marcelo Araujo simuló llorar como un bebé cuando el delantero de Boca Martín Palermo se lastimó. Cuando lo sacaron, minutos después y luego de hacer un gol con una pierna rota, el narrador aclaró: "Yo le pedí que se quedara un ratito por la guita que habíamos jugado... Ahora ya lo pueden retirar".
Me parece que el artículo, por bueno, excede el tema del que pretende ocuparse. Y se vuelve mejor: la opinión de Segurola, dura y precisa, puede aplicarse para graficar la actualidad de los medios de comunicación argentinos. Esa realidad en la que lo único que importa es vender y atraer la atención de los consumidores aun sin preocuparse demasiado por el cómo. Atención a la última oración del texto, poderosa y verosímil. Copio la nota, con su título:
El festejo de la estupidez
Un día antes del comienzo del Mundial de Francia, el célebre periodista argentino Juvenal se encontró con Jorge Valdano en la oficina de prensa de París. Charlaron durante largo rato sobre el fútbol y lo que lo rodea. Hombre cultivado, con una reconocidísima carrera en la revista El Gráfico, Juvenal se refirió desde su magisterio a cuestiones del juego y del periodismo. Elogió a Valdano por el gol que marcó en la final de la Copa del Mundo de 1986. "Te perfilaste de tal manera frente a Schumacher que tuviste las dos salidas para elegir: la del regate (gambeta) y la del tiro." Cuando habló del periodismo habló con la misma claridad y sencillez. "El humor es necesario para escribir de fútbol." Bien británico en sus gustos citó a Wilde y Waugh como referentes del estilo.
Juvenal representa lo mejor de la larga tradición del periodismo deportivo de un país que ha producido a Borocotó para las crónicas, a Víctor Hugo Morales en la narración radiofónica, a Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano en los cuentos maestros. Cualquiera haya sido su posición ideológica con respecto al fútbol, ha sido menos importante que la grandeza de su estilo, la inteligencia de su trabajo y el excelente humor que ha destilado. Por desgracia, esa escuela se encuentra en retirada frente a la grosería cómica que invade a una parte sustancial del periodismo deportivo argentino, concretamente a las narraciones televisivas.
En el nombre del humor, se celebran en España los estragantes comentarios de Marcelo Araujo, rey del chiste fácil y del irrespetuoso trato a los jugadores. Su patético gag --un minuto de pucheritos infantiloides-- en la lesión de Martín Palermo alcanzó la cumbre del desperdicio por los futbolistas. Allí estaban un delantero con los ligamentos rotos, y este Araujo dándoselas de gracioso pueril, a la espera de alguna carcajada cómplice que, por fortuna, no se escuchó.
Cabe un mundo entre la ironía inteligente que proponía Juvenal (o el desternillante humor de Fontanarrosa) y la patocha agresora de Araujo, desgraciadamente convertido en la voz del fútbol argentino. Algo funciona mal cuando este viejo juego cada vez festeja más la estupidez.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)